EL PEQUEÑO ABETO
Había una vez un pequeño abeto que era muy desgraciado porque, en medio de todos los árboles que tenían hojas verdes, el sólo tenía agujas, y sólo agujas... ¡Cómo se quejaba!:
- Todos mis amigos tienen hermosas hojas verdes; en cambio yo, sólo tengo espinas... Quisiera tener...; quisiera tener todas mis hojas de oro.
A la mañana siguiente el pequeño abeto vio cumplido su deseo y amaneció todo cubierto de oro. En el bosque, los árboles comentaron así:
- ¡El pequeño abeto es todo de oro!
Un ladrón escuchó lo que dijeron los árboles, esperó a que llegara la noche, se adentró en el bosque con un saco y despojó al pequeño abeto de todas sus hojas de oro.
A la mañana siguiente, el pequeño abeto se quejaba así:
- Ya no quiero más hojas de oro..., vienen los ladrones y te dejan sin nada. Quisiera tener..., ¡quisiera tener mis hojas de cristal, que también brillan!
A la mañana siguiente su deseo se vio cumplido. Todos los árboles del bosque comentaron así:
- ¡El pequeño abeto tiene sus hojas de cristal!
Pero al llegar la noche, se presentó la tormenta y un fuerte viento lo dejó completamente desnudo, sin que sus quejas le sirvieran de nada... A la mañana siguiente, al ver el destrozo, el pequeño abeto se puso a llorar:
- ¡Qué desgraciado soy! Otra vez estoy desnudo. Han robado mis hojas de oro y han roto mis hojas de cristal. Quisiera tener..., ¡quisiera tener como mis amigos hermosas hojas verdes!
A la mañana siguiente su deseo se vio cumplido y amaneció cubierto de hermosas hojas verdes, como sus amigos... Sus vecinos los árboles del bosque comentaron así:
- ¡El pequeño abeto ya es como nosotros!
Pero la cabra salió de paseo con sus cabritillos y al ver al pequeño abeto les dijo así:
- ¡Venid, niñitos míos! ¡Venid, hijos míos! Saboread esta comida y no dejéis nada.
Los cabritillos se acercaron y en un instante lo devoraron todo. El pequeño abeto al verse completamente desnudo y tiritando, se puso a llorar de nuevo como un niño:
- ¡Se lo han comido todo! Ya no me queda nada. He perdido mis hojas, mis hermosas hojas verdes, como mis hojas de cristal y mis hojas de oro. ¡Si al menos pudiera tener mis antiguas agujas...!
A la mañana siguiente, cuando se despertó, se encontró sus antiguas agujas y no supo qué decir. Ya nunca más se quejó de ellas; se había curado de su orgullo. Y en el bosque se oyó a sus vecinos decir:
- ¡El pequeño abeto es como antes! ¡El pequeño abeto es como antes..., como antes...!
Y colorín, colorado, este cuento, se ha terminado.
https://www.youtube.com/user/EstrellaRatonPerez
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